Esta semana en El Chico Turquesa vamos a hablar de otro propósito que es un coñazo. Si, un coñazo y – aunque lo venda así de fatal de la vida – el resultado siempre es tener un piso bonito bonito.
Reformar un piso es una soberana caca de vaca, un incordio y lo más peor pero, aunque tengas el piso manga por hombro durante uno o dos meses y te den ganas de llorar todo el rato, el resultado vale la pena.
Decidirse si reformar el piso es una decisión que hay que tomar rápidamente, no hay que darle muchas vueltas, hay que liarse la manta a la cabeza porque si vas a estar 3 años pa decidir si pintar el salón de color de marrón, casi mejor que no hagas nada (madre mía.. pintar un piso de marrón, que alguien me arranque losojo con una cucharita)