Este post está dedicado a los chavales y chavalas que viven en Chile, que están estudiando en la facultad, y que en este momento están de vacaciones de verano.
A ver, vamos a ser honestos: este post está dedicado para todo aquel que le apetezca liarse la manta a la cabeza, mandar al carajo el trabajo y pillar el primer vuelo que salga a Santiago de Chile y de ahí al sur, a esa bella tierra que amasa a los hombres de labios y pechos sin hiel.
Antes de comenzar con mi post os dejo la web de referencia del MOCHILERO CHILENO y, si os hace falta, en este POST tenéis la traducción de algunos palabros que se usan en mi tierra.
Hace muchos años – en el Jurásico Superior- me fui 3 veranos a hacer auto stop al sur de Chile. Os voy a contar como fueron esas 3 experiencias de manera muy resumida y quizá de ese modo os hagáis una idea de lo hermoso que es CHILE y quizá descubráis un nuevo destino.
Como aclaración: MOCHILEAR es irse de viaje con una mochila, seguro que lo habréis adivinao que tampoco hay que tener un Premio Planeta, pero en Chile es muy normal que los universitarios se vayan de viaje de este modo porque es una manera divertida – y económica – de viajar.
Honestamente, también cuando eres es chaval, comer mal, caminar kilómetros y kilómetros sin que nadie te lleve y hacerse amigo de gente desconocida son detalles que poco importan y que dan riqueza al viaje. Porque esto es un VIAJE; a veces de autoconocimiento y otras de superación, pero un VIAJE.
Tabla de contenidos
PRIMER VERANO
Ruta: Antofagasta – La Serena – Tongoy – Salamanca.
El 1er verano no estaba preparado.
Antofagasta
Estaba en 1er año de Ingeniería y estuve todo el puto año intentando convencer a mis amigos de Facultad (y a algunos de la secundaria) para que se vinieran. Todos me decían: “Sí, sí, me apunto, me apunto”, pero teníamos de media 19 años y la mayoría estaba encoñadito (en Chile decimos “acaramelado”) con sus novias y al final me dejaron tirado, excepto mi amigo Pancho Tapia con el que me fui en coche con sus padres hasta Copiapó a 540 km de distancia desde Antofagasta. Lo que llaman hacer autostop con gente conocida.
La Serena
Al día siguiente seguimos camino a La Serena donde Pancho tenía familiares. Una vez allí, me dijo que se quedaba a pasar el verano y que ni harto de vino se iba conmigo a mochilear, ni a sufrir penurias, ni a pasarlo mal. Así que me fui solo.
No me preguntéis cómo pero en La Serena di con un par de chavales que conocía de la facultad que estudiaban ADE (Administración de Empresas). Uno de ellos buscaba trabajo para poder pagar la matrícula de la facultad y el otro era su primo que vivía en La Serena y estaba aburriéndose como una almeja en un acuario.
No sé cómo lo hice pero les convencí de venirse conmigo.
Comenzamos a hacer autostop en la zona más turística de La Serena, cerca de una autovía, así que no nos llevó ni Dios (quizá porque teníamos cara de pringados)
Porque también hay que ser medio lelos porque, en La Serena, pleno verano, lo más normal era ver gente en bañador, tiarrones mostrando abdominales, y no a 3 pelotudos sudando con una mochila a cuestas, en vez de estar tirados en la playa, borrachos y metiéndole viajes a un porro. Atornillaba al revés, pero era feliz.
Caminamos durante kilómetros y nadie nos llevó. Cuando nos vinimos a dar cuenta ya estaba anocheciendo.
Estando al borde del camino, tirados como perros – pero extrañamente pasándonoslo bien con unas cervezas -, decidimos acércanos a las obras de un edifico en construcción que estaba en la playa de la Herradura. Nos daba algo de vergüenza decirle al guarda que nos dejara entrar para no pasar frío, pero ya se sabe: “el que tiene vergüenza, ni come ni almuerza”.
Total, que el guarda fue super majo. Nos invitó a cenar y luego nos llevó a lo alto del edificio encaramándonos por los andamios (cosa que ahora no haría ni aunque me pagaran porque tengo un vértigo que te caes de espaldas)
Estando en lo alto del edificio teníamos las mejores vistas de la bahía de La Herradura de noche. Mucho mejor que en un hotel 5 estrellas. Os aseguro que nunca he visto vistas más hermosas en mi vida.
Tongoy
Al día siguiente tuvimos que salir antes de las 07:00 am porque venían los obreros y seguimos camino a Tongoy (un balneario con dos playas: Playa grande y Playa Socos).
Pasamos en el pueblo dos o tres días, dormíamos en la playa y nos duchábamos destrangis en el camping. La gente del camping nos daba comida, cervezas y cigarrillos. De noche siempre había alguien con una guitarra junto al mar.
Al final el chaval que buscaba trabajo consiguió uno en el parque de entretenciones del pueblo y esa misma noche fuimos a celebrarlo a un bar de mala muerte. Vete tú a saber por qué si yo no les conocía de nada, pero me lo estaba pasando tan bien y, entre copa y copa, nos dio por cantar “I remember you” de Skid Row.
Al día siguiente, al ver que me quedaba sin compis, decidí continuar camino hasta Salamanca a solas. De chaval yo ya había descubierto las ventajas de VIAJAR SOLO.
Los chicos se quedaron en la playa buscando algún amor de verano. Yo ya encontraría el mío, no tenía prisa.
Seguí camino solo hasta mi pueblo Salamanca de Chile y me quedé allí todo lo que quedó del verano (y porque se me había acabado el dinero, qué coño)
Mi primera aventura mochilera había durado semana y media.
SEGUNDO VERANO
Ruta: Antofagasta – Santiago – Puerto Montt – Chiloé.
El 2º verano estaba más preparado.
Antofagasta
Lo primero que hice fue hacerme de la guía Turistel de Telefónica (los mismos que con los años le dieron curro a Urdangarin por 4 milloncitos de euros al año…)
Total, que guía en mano y una mochila que me regaló un tío mio al que llamábamos «El lechuga«, tiré para la salida de Antofagasta a “conejear” (hacer parar un autobús de ruta nacional y pedirle al chofer que te lleve por menos dinero. Es un bien social: tú viajas con presupuesto de estudiante y el chofer se saca un sobresueldo que allí están mu mal pagaos). Bueno, así era al menos en los 90’s que lo mismo ahora hay algún gobierno de derechas o de izquierdas que opine que “aquí robo yo y mi hijo y nadie más, chuchetumare»
Pues por muy poco dinero te podías ir desde Antofagasta hasta La Serena. El viaje toma unas 12 horas de viaje, pero allí es algo muy normal; no como aquí en España que, cuando dicen que de Madrid a Málaga hay 6 horas, la gente se compra almohadas pal cuello y se mete tres orfidales que es una fantasía.
Pues había olvidado comentar que está 2a vez me fui con una chica que había conocido el fin de semana anterior. Si, estaba chalao, pero era joven y absurdo y no me complicaba por nada. Censy es su nombre.
Conocí a Censy en Vox una discoteca de mi ciudad, no me refiero el partido aquel del neanderthal que ha vivido bajo el sobaco de Esperanza Aguirre y que quiere llevarnos montados a caballo a la época de Franco, el hijolagranputa.
Con Censy nunca tuvimos nada. Sospecho que vio en mí que era blandito e inofensivo. Así que era el compañero de viajes perfecto.
Pues cuando decidí irme a mochilear la llame para contárselo y me dijo que estaba sola en casa, que su novio estaba no sé dónde y todo apuntaba a que con su novio la cosa no iba bien. Me colgó. Media hora después me llamó de nuevo y me dijo: “ya tengo mochila, una tetera eléctrica y un alisador de pelo. ¡Me voy contigo!”. Y así fue. Al día siguiente quedamos en la salida de la ciudad para irnos al sur.
Santiago de Chile
Nos fuimos juntos hasta Santiago y nos quedamos en casa de su mejor amiga Leda, que vivía sola en el centro de la ciudad. Leda nos mostró algunos sitios de Santiago, como el cerro Santa Lucía, pero nosotros estábamos como locos por coger el primer tren desde Estación Central al sur. En aquel tiempo este tren conectaba Santiago y Puerto Montt (unas 26 horas de viaje)

Santiago de Chile con Censy en los 90’s
Todo el viaje fue muy divertido: la gente se subía y bajaba con canastos, gallinas y maletas. Viajaban con nosotros otros mochileros con guitarras y nos lo pasamos bien. Incluso a lo largo del viaje, en cada parada, comprábamos dulces típicos y frutas para comer.
Al día siguiente, de madrugada, el tren se llenó de chavales que iban a trabajar a los aserraderos. El aroma del café de madrugada era una sensación de otro mundo.
Cuando oigo esta canción de Los Prisioneros no puedo evitar emocionarme.
Puerto Montt
Una vez en Puerto Montt, gracias a la guía Turistel, tenía datos de personas que te dan alojamiento por na y menos. De todos modos al principio me acojoné porque comencé a pensar en dónde coño íbamos a dormir, pero luego se te pasa porque en la estación, si te ven limpito y con cara de bueno, te ofrecen alojamiento. En el sur de Chile las estaciones de autobus y tren están llenas de señoras mayores que te ofrecen alojamiento (o así era en los 90’s). Te lo ofrecen bajito porque primero te estudian con la vista – na de meter en sus casas a patos malos y hevies – sólo chicos buenos que estudien o trabajen (como si los punkies no fueran buenos chicos, pero eso es otro tema)
Lo curioso de este sistema de “reservas hoteleras” es que todos los que se dedican a ello se recomiendan entre sí. Si te quedas en casa de la Señora Rosita en Castro y le dices que vas a Frutillar, ella te dirá “quédate en casa de Doña Carmen que vive en la calle X y dile que vai de mi parte”. Y alojamiento solucionado. Todas se recomiendan entre ellas y casi no hace ni falta que te estés dejando los cuernos en saber dónde ir ni qué visitar. Te lo dan to hecho y encima es como estar en casa.
Pues con Censy nos fuimos al día siguiente a Pargüa, a coger el ferry a la Isla de Chiloé, que es una isla preciosa llena de mitología y comidas de todo menos livianas.

Bienvenidos a Chiloé
Chiloé
Chiloé es famoso por los palafitos que son casitas construidas sobre el mar; de día la mar baja y puedes ver los cimientos de madera y de noche, cuando la mar sube, puedes ver las casitas como si estuviesen flotando. Chiloé está lleno de cosas surrealistas como la fiesta de la “Minga” que es como llaman a las mudanzas allí. La gente no se muda de una casa a otra; la gente coge la casa entera y la mueve de lugar arrastrándola con yuntas de bueyes o montada en un barquito. La gente no se complica por mierdas.
Con Censy recorrimos Ancud, Castro y Quellón (pueblo al que llegamos montados en un camión de yogures). Ese fue el último pueblo que recorrimos.
No recuerdo exactamente cuánto tiempo estuvimos viajando, pero no creo que haya sido más de dos semanas. El último día me dijo que quería seguir viajando, pero sola, así que se fue por su lado y yo por el mío. Ningún drama.
Al separarnos regresé por Pucón y Frutillar, dos hermosos pueblos que parecen pueblitos alemanes. Continué camino hasta Temuco y de ahí, al quedarme pocos días de vacaciones y el dinero justo, decidí coger un autobús a Santiago y de ahí otro a Salamanca que era donde siempre acababa mi viaje.
Hace poco he vuelto a tener contacto con Censy. Cuelgo esta foto como prueba de que hubo un verano en el que me fui con una chica que conocí en una discoteca donde era camarero, que sintió que debía hacer ese viaje conmigo como parte de su auto aprendizaje, con la que hacíamos autostop de día y con la que comía melón con vino de noche mirando el mar.

Con Censy en ·Puerto Montt· (como la canción de «Los Iracundos», la banda favorita de mi madre)
TERCER VERANO
Ruta: Salamanca – Talca – Concepción – Temuco – Concepción
El 3er verano sabía lo que quería.
Antofagasta
El tercer verano lo planifiqué que te cagas. Ya no me hacía falta la guía Turistel ni hostias. Ya existían los chats de internet.
Si, comencé a usar los chats para contactar directamente a los sitios donde quedarme, pero cuando tuve ya todas las reservas hechas, pensé: “¿Y si en vez de quedarme en un albergue, me quedo en casa de chicos como yo (gays) que me muestren la ciudad y lo que surja?”. Y voilá, verano completo, que todo es echarle imaginación cuando tienes poco dinero.
Salamanca
Comencé mi viaje en Salamanca, mi pueblo, y a pesar de que estaban todos mis primos allí pasándoselo super bien, eligiendo a la reina del verano de la piscina, yendo al río a bañarse y por la noche de discotecas, yo dije «me voy pal sur». Y así fue.

Mi primo Ariel el día que me iba. Cogió la mochila y dijo: «Tú de aquí no te vas que lo estamos pasando muy bien, ¿a qué te vas pal sur?»
Talca
Una pequeña ciudad al sur de Santiago, contacté con un chico que era profesor que me recomendó una hostal cerca de su casa. Así que al día siguiente fui a recogerle a y nos fuimos al centro de la ciudad. Bueno, ni que Talca fuera Manhattan, pero el centro era la Plaza de Armas. Estuvimos dando vueltas por ahí. Se podría decir que el ambiente gay era aburridísimo, pero la compañía era buena. El chico me presentó a sus amigos y me llevaron a un par de bares y poco más.
Al día siguiente subí al Cerro La Virgen y pa tu casa, chato. A seguir camino al sur.
Concepción
Este fue un hito porque pinché la pelota: me colé por el chico que me ofreció quedarme en su casa. No sabía que me podía enamorar. Putadón.
Fue a primera vista y sin esperar. De hecho no sabía que tenía derecho a enamorarme. Cuando eres joven, eres gay, y creces en una sociedad que te caricaturiza, acabas pensando que quizá ellos tengan razón, que quizá tu vida debe ser una mierda porque te lo mereces, que Dios te odia y que todo el mundo tiene derecho a escupirte (como si yo no tuviera los suficientes cojones como para devolver el puñetazo). Pues si, te convences que si eres maricón lo único que te queda es dejar que te perdonen la vida, acabar yonki, con tetas mal operadas y prostituyéndote en una esquina porque no mereces más que eso y da las gracias por respirar.
Por eso, cuando sientes que te estás enamorando de alguien como tú, te aferras a ello porque sientes que eso es la felicidad y pides que la sensación dure lo más posible. Así que pido perdón por haberme enamorado tan de prisa, por si molesté a alguien con ello, por si asusté al chico del que me había enamorado, por haber sido feliz en aquellos años unos pocos días. ¿A quién le debo algo por ello? ¿Dónde está la caja para ir a pagar? ¿Aceptáis tarjeta, hijosdelagranputa?
Con Cristián me quedé 3 días, si no recuerdo mal. Mientras él estaba en su trabajo yo cogía su bicicleta y me iba a hacer fotos por la ciudad. Por la tarde volvíamos a quedar en su casa de Barros Arana, poníamos discos de The Verve, Cesaria Evora y Goran Bregovic, cenábamos humitas y bebíamos vino.
Al tercer día le dije a Cristián que seguiría al sur porque ese era el plan: mochilear hasta Coyhaique si podía y volver a la facultad. Por dentro estaba pensando en qué coño estaba haciendo, que por qué no me quedaba allí con él y esas cosas, pero tenía que ser consecuente con lo que había planeado (además me estaba haciendo el fuerte porque tampoco está bonito que conozcas a alguien, te enamores, y ya de inmediato te veas con el vestido de novia y el ramo de flores. Los maricones de los 90’s tampoco eran blancas palomas y, si podían hacerte mierda el corazón, lo hacían sin contemplación)
Cristián no era lo que se dice un tío con buen fondo y tuvo ocasión de demostrarlo. A él le parecía escandaloso que yo conociera tíos en los chats de internet y que luego viajara para quedar con ellos y me mostraran la ciudad (no voy a negar que si hubiese surgido me los hubiera pasado por la piedra, que yo tampoco era una blanca paloma), pero él decía que a sus novios prefería conocerlos en la sauna. Y yo me partía el ojete de la risa cuando me lo contaba con toda su jeta. Habló de puta la Tacones…
Con Cristián lo nuestro duró lo que duran dos hielos en un whisky on the rocks. Yo me quería mucho en los 90s (y aún) y, a fin de cuentas, yo que soy tan guapo y tan listo, yo que me merezco un príncipe o un dentista, con los años encontré un príncipe de verdad con el que estoy ahora. Sólo era cosa de esperar.
Temuco
Reconozco que llegué con pocas ganas y a regañadientes. Allí había contactado con otro chico gay que me mostró todo lo que había que ver por ahí. De hecho de Temuco recuerdo poco, sólo quizá una foto en el Cerro Ñielol con una chica israelí que viajaba sola. Eso me confirmó otro esquema: los chicos y las chicas pueden viajar solos(as) si le sale de los cojones.
Valdivia
Llovía el día que llegué. Valdivia es la ciudad en la que llueve más días en el año (más de 300 días) y la que quedó completamente devastada en 1960 después de un terremoto de 10 minutos con una intensidad de 9,5 en la escala de Richter (cuando oigo en España que temblores de 5º son catalogados como terremotos me parto y me mondo)
Valdivia es preciosa, llena de ambiente de bares, cultura y aires universitarios (de hecho no me hizo falta buscar alojamiento porque mientras caminaba por la calle conocí a unos chicos que bebían en un bar y uno de ellos me ofreció quedarme en su casa). En el sur de Chile la gente es super sana. Te ofrece su casa sin conocerte de nada.
En Valdivia duré poco. Ya me quedaba poco dinero y, honestamente, volví a Concepción (si, ya lo sé, la gente no aprende, pero estaba ciego perdido)
Luego de Concepción volví a Salamanca a pasar los últimos días de verano porque los veranos son para eso: para viajar y enamorarse, aunque luego los amores te salgan rana, aunque luego te cruces medio país sólo para verle 2 días en Temuco y te desengañes y te des cuenta que eso no va ni pa’lante ni pa’trás, y que el chico es un mierda, pero te da igual, ya has vivido ese verano donde esa persona era el centro de tu mundo, e intentas estirarlo como un chicle aunque sepas que no, que no tiene sentido, que estás haciendo el tonto, y te quedas con lo bueno y no recuerdas nada más… hasta el día que despiertas de un bofetón en la cara con toda la mano abierta.
Los veranos son para viajar, para enamorarse y para autoconocerse.
La Libertad está en la carretera.
NOTA
Dedico este post a mi sobrino Diego que en este momento está recorriendo la isla de Chiloé y ha hecho un parón en Cucao para luego seguir más al sur, donde yo no llegué, hacia la carretera Austral.
¡Buen viaje Diego y buen viaje a todos!
Si te ha gustado el post suscríbete que, con cada nuevo suscriptor, mi perrito (Dexter) se ganará una chichita rica. ¡Dadle una razón para que mueva el rabito de felicidad!
Responsable: Francisco Barrera Cortes (servidor)
Finalidad: enviarte mis nuevos contenidos, newsletters y lo que vea que puede interesarte relacionado con mi web https://www.elchicoturquesa.com
Legitimación: que estás de acuerdo, vaya.
Destinatarios: los datos que me facilites estarán ubicados en los servidores de Mailchimp que es una plataforma de automatización de marketing que me ayuda con mis campañas de correo electrónico. Mailchimp se encarga de la administración de listas de suscriptores, análisis de datos y diseño de campañas.
Derechos: acceder, rectificar, limitar y suprimir tus datos se explica en la política de privacidad que puedes consultar en https://elchicoturquesa.com/politica-de-privacidad/
Pancho en aquella época de universitarios eramos amigos.. por qué nunca transparentaste tu pensamiento??… tantos momentos en casa y solo para estudiar. Igual muy lindos recuerdos pancho poto ancho como te decía. Un abrazo
Hola Pilo
Yo qué quieres que te diga. En ese momento de mi vida era prioritaria la Facultad, tenía muchas ganas de acabarla porque quería que no familia estuviera orgullosa y dejar de hacer gasto.
Mi vida personal me la reservaba para mi porque no te creas tú que estaba muy convencido del giro que estaba dando mi vida. El mejor ejemplo que puedo darte es que me refugié en los estudios.
Honestamente un día oí al “abuela” decir que había un “bisexual” en la facultad e imaginé que podía referirse a mi y no quería que vinieran con antorchas a casa a quemarme vivo. Supongo que el miedo te hace actuar así.
Cuento corto: fui tonto de no contar con todos mis amigos, supongo.
Un besazo
Pancho que ganas de haber sabido para apoyarte y arreglar un poquito el mundo, el cariño hacia ti siempre estará, un abrazo
La pilo