Esta semana en estrenos de cartelera hablaremos de una película que es un clásico de terror. La película cuenta cómo una niña, que al principio es una niña monisima, una niña que da gusto verla, muy encantadora, una niña normal. Pero la niña, no se qué le pasa que le cambia la voz, la niña se pone a hablá que está endemoniá, mira… no sabe tú lo que está escuchando, vamos, la niña ya ni se quiere ni peiná, ni lavá ni ná, la niña no hay quien haga carrera de ella desde luego… La niña se pone… ni quiere hacer la comunión, la niña, la niña es un tío… tiene el cuarto que eso es el Zara Taras, totalmente, una leonera…
Nah, ya sabéis que estoy de broma: esta semana hablaremos de COMPARTIR PISO que, según cómo se mire, puede salir bien o puede ser una peli de terror de Wes Craven…
Tabla de contenidos
¿Quién comparte piso?
Principalmente:
- Estudiantes porque no les queda otra. A menos que seas un hijo de tu bendito padre y tengas el suficiente dinero para pagar un piso pa ti y aunque no apruebes una asignatura en tu vida porque has considerado que ir a clases te parte la mañana.
- Curritos a los que no les llega el sueldo. Si segmentamos por edad nos queda:
- Entre 20 y 30 años: a los que podría denominarse “Party Hard” que, aunque no lleguen a fin de mes, siempre tienen pelas pa montar un fiestón de esos que viene la poli a plantarse al salón diciendo que son los strippers (¡Uy que recuerdos!)
- 30 y 35 años: notan que cada vez tienen menos paciencia y les toca la fibra pensar que tienen menos posibilidades de tener casa propia que Bárcenas de salir de la cárcel sin rajar.
- 35 y 40 años: grupo al que pertenecen las personas que ya han aceptado que no vale la pena vivir solo porque – no tener a nadie en casa al que contarle tu día – es un coñazo.
- Los que comparten con su pareja. Sí, aunque penséis que esto no es compartir piso, sí que lo es. La única diferencia es que hay un vínculo efectivo y/o compromiso al que suelen llamar amor. Bueno, a veces hay colegas que te caen mejor que tu pareja que – con el tiempo – quizá haya mutado en tu madre o tu padre.
A tener en cuenta
- Poder compartir los gastos es la principal ventaja de compartir piso, si no pa qué uno se iba a enmarronar. Eso siempre cuando no tengáis uno que se haga el loco que, en cero coma, eso pasa a ser una peli de humor del malo.
- Compartir vivienda también conlleva un ahorro de tiempo, sobre todo en lo que respecta a las tareas del hogar (eso dicen) Lo ideal es que éstas se repartan entre todos. Lo malo comienza cuando uno de vosotros prefiere tener el piso como una leonera. Ahora que, si a todos gusta tener el piso como si eso fuera los baños de la WE, pos entonces se han acabado los problemas.
- Pones a prueba tu paciencia con el género humano. Si tienes 20 añitos, puede ayudarte a madurar, a adaptarte y a respetar la forma de vivir de los demás. Eso por el lado positivo. Por el lado negativo, como seas de los que tienen poca paciencia con las tontunas de la gente, eso puede acabar en matanza de Instituto americano. Ya te digo que si.
Ventajas
- El ahorro económico: En un piso compartido los gastos de alquiler se dividen entre todos, así como el pago de electricidad, agua y calefacción, por lo que a fin de mes el ahorro con respecto a vivir solo es muy mucho y, si hay buen rollo entre todos, pos fenomenal.
- Poder conocer gente: es recomendable pasar por esta época en la vida, especialmente cuando estudias o cuando comienzas en el mercado laboral porque compartir con personas en la misma situación mola mucho.
- Tener flexibilidad: La movilidad laboral arrastra al personal a moverse por diferentes ciudades con contratos de corta duración. Si ya es difícil encontrar un piso para uno solo, más complicado es aun cuando se busca un alquiler a corto plazo acorde.
- Aprender idiomas: Estar en un piso con estudiantes de otros países es lo fuckin’ mejor que te puede pasar culturalmente. Aprendes idiomas o practicas alguno pero además conoces culturas nuevas que te van a quitar el pavo que tienes encima o el paleto que llevas dar una visión del mundo más abierta.
- Obtener responsabilidad: por primera vez eres dueño de tu vida y puedes hacer lo que te salga del pirolo. Aprendes a administrarte para llegar a fin de mes, a cocinar, a compartir tareas y a organizarte entre trabajo y estudios.
Desventajas
- Que uno no pague: una de las desventajas que puede tener compartir piso es la de que alguno de vosotros no pueda o no quiera pagar la parte que le corresponde de alquiler o gastos comunes. Putada curiosísima.
- Los conflictos en la convivencia: pueden hacer que compartir piso sea una experiencia tan mala como la peli de 50 sombras de Grey. Por ello, va a parecer una obviedad como el pacto PP-Ciudadanos-Vox, pero es importarte conocer a las personas con las que vamos a vivir.
- El clásico problema del baño: Existe la creencia de que las chicas tardan montón en el baño. No es tan así. Hay tíos que cuando les da por sacarse los pelos pueden tardar más. Yo tenía un compañero de piso en Lavapies que, cuando se depilaba las piernacas, dejaba toda la bañera llena de pelos y tardaba más que Oliver y Benji en cruzar el pinche campo.
- Falta de coordinación en la limpieza. O directamente, falta de limpieza. El típico caso: uno por otro y la casa sin barrer. Literalmente. «Te tocaba a ti limpiar«, «Te tocaba a ti bajar la basura«. El mismo compi que os comentaba en el punto anterior, cuando invitaba a alguno de sus maromos a comer (era romántico el maricón), le daba por hacer paella. Se untaba las manos con aceite de oliva y marcaba todas las puertas con sus manos. ¡Ah! y el suelo de la cocina acababa sembrado de granos de arroz como si hubiera hecho la paella en el suelo. ¡Una puta pesadilla!
- Exámenes.No es que exista un problema en el piso cuando es época de exámenes (pa los que estudiéis), el problema viene cuando tus compañeros acaban los exámenes y tú no. Entiendes la necesidad de celebrar que tienen, pero no entiendes que eso acabe transformándose en Pashá Ibiza mientras tú sigues pringado estudiando ¡Y es que nadie respeta a nadie, Cathy Mary!
- Gente que no conoces ni te apetece conocer. Un día llegué al piso y en el salón había gente rarísima tomando copas. Como todos sabemos: si no puedes con tu enemigo, únete a él. Así que me uní al pifostio que tenían liado y acabé charlando con un chico peluquero que se había inyectado los labios, y al que se le acabó cuneteando el bótox: un cuadro flamenco, pero maravillosa persona. Y no es que a mí no me guste conocer gente pero, honestamente, eran las putas dos de la mañana y ahí no se iba ni dios pa su casa. Al final acabé yéndome a mi cuarto con unos tapones del tamaño de una sartén.
- Colapso de fregadero. Quieres fregar, pero una pila de platos acumulados en el fregadero impide abrir el grifo. No friegas porque nada de lo que está sucio lo has usado tú. Te esperas a por la tarde. Vuelve a entrar a la cocina y la pila sigue igual. Al día siguiente lo mismo. ¿Y al final qué sucede? Que acabas fregándolo tú porque eres gilipollas, tus compis son unos marranos y porque no quieres morir de difteria.
- Televisión. Pese a los avances de la tecnología y que ya todo dios ve series en NETFLIX, sigue dando gustito tirarse en el sofá a ver cualquier vaina en la tele. El problema es que alguno de tus compis haya decidido ver alguna serie de las que no te molan nada – como cualquier reality bazofia de Tele5– y te toce aguantar como un campeón.
- La cocina. ese momento en el que se te acaban los tuppers y tienes que cocinar. Y mira tú por donde, a alguno de tus compis de piso le da por decir que el piso huele a comida… y te quedas con cara de tonto pensando “¿y este pelotudo a qué coño pensará que huelen unos macarrones?»… Que la gente tiene la mala costumbre de comer todos los días y, como coincidáis todos cocinando, pifostio al canto o musical de Sonrisas y Lágrimas, según como os llevéis todos.
- La pareja. Todos son sonrisas hasta que uno de tus compis se trae a su churri y, en vez de ser 3, acabáis siendo 4 pa comer, pa la cena, pal desayuno, pa Noche vieja y pa Reyes. Que puede ser que os llevéis todos fenomenal con el nuevo paracaidista pero, ¿y si no? ¿Y si resulta que el extraño es un coñazo de ser humano o es más pesado que un tanque a pedales? Pues euro drama.
Experiencia personal
En general mis experiencias – no muchas – han sido buenas. A ver: yo también sacaba los pies del plato, que tampoco soy una blanca paloma.
Recuerdo una vez que mis compis se fueron de vacaciones a su ciudad y yo monté un pedazo de fiesta que vino la poli y una amiga les mandó a echarle la peta a la vecina de arriba. Debo reconocer que pasé miedo al ver que uno de mis amigos arrojaba el cubata al coche patrulla desde la ventana (un 6º piso) y pensé que acabábamos todas presas por vandálicas. Pues no, no pasó nada.
En otra ocasión nos encontramos una mochila en el portal y nos emparanoianos que era una bomba. Recuerdo que llamamos a la poli y se plantaron en Lavapies a tomarnos declaración. Recuerdo a mi compañera de piso asomada desde la ventana intentando saber si alguno de los polis tenía los ojos azules. Yo, y mi otro compi, estábamos más preocupados de no volar por los aires por culpa de un puto jihadista, pero ella estaba más preocupada que el poli estuviera bueno y las posibilidades que tuviera de liarlo.
En otra fiesta – mi cumple – una amiga borracha se le metió en el toto que fuera puerta con puerta a decirle a los vecinos que no llamaran a la poli (eran las 4 de la mañana) porque un vecino ya había llamado y se habían plantado dos agentes en el medio de nuestro salón diciendo «¡ya estamos aquí, somos los strippers!»
Y una anécdota final: el piso en el que viví en la Glorieta de Bilbao, lo recuerdo como el centro de operaciones donde cada finde montábamos una fiesta por cualquier vaina. ¿Que mi compi de curro estaba de cumple? Pos comprábamos litronas y cualquier mierda y lo celebrábamos allí. Hasta una ensaladilla rusa servía de tarta si le ponías una vela encendida. Creo que a ese piso también vino la poli. Pero bueno, da igual. ¿Qué se espera de un piso donde viven 4 maricones, pleno centro de Madrid y a pasos de Chueca?. Mucha suerte fue que no hubiéramos salido quemadas vivas.

Madre mía, toda esta gente cabía en un piso de 50 mts…
Y hasta aquí el post de hoy que estoy intentando aprender a resumir (lo digo como si intentara dejar las drogas, pero creedme que es un poco así). Luego en persona no hablo una mierda, pero explayarme escribiendo me pierde más que a un tonto una gorra a cuadros.
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